Al recorrer los exuberantes parajes de la geografía peruana es difícil no entregarse al placer de extasiarse con su belleza, esa que pulula en su principal metrópoli, Lima, o que puede también apreciarse en los áridos parajes de Ica, en la costera zona de Paracas, o quizás, para los más dogmáticos de la historia, en la región andina, dónde se ubica la ciudad de Cusco y, claro está, el majestuoso Machu Picchu.
Por Santiago Jaramillo H. El explorador norteamericano Hiram Bingham debió sentir el mismo asombro que yo cuando admiró por primera vez Machu Picchu.
Para mí fue una sensación mágica que se movía entre la incredulidad al ver la magnitud de esta imponente construcción Inca y la alegría propia de hacer presencia por primera vez en una de las nuevas maravillas del mundo elegidas por más de 100 millones de votantes a través de Internet en el año 2007.
Pero la sensación de perplejidad no se quedó ahí, por el contrario, al adentrarme en el seno de las construcciones en piedra de Machu Picchu, que en lenguaje quechua (dialecto que utilizaban los Incas) significa montaña vieja, se iba incrementando al ver lo que otrora fuera la cúspide de un imperio y que hoy, cerca de 500 años después, sigue despertando igual o mayor sentimiento.
La magia de este sitio, sumado al hecho de que los cusqueños, como es el caso de nuestro guía Édgar, un arqueólogo de carácter recio como sus puntos de vista frente a la historia Inca, se encargan de transmitir a propios y extraños ese acervo cultural que cautiva con cada detalle.
Pero Perú no solo es Machu Picchu, su riqueza paisajística, arquitectónica, cultural y gastronómica es tan extensa como Perú mismo, por eso un paso obligado al visitar este país es ir a Cusco, una ciudad ubicada en medio del verdor de la Cordillera de los Andes.
Cusco da la impresión de haberse quedado congelada en el tiempo, está conservada con tan admirable cuidado que logra amalgamar las construcciones Incas y las de la época del Virreinato a tal punto, que se ganó el honor de ser declarada en 1983 por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, llegando incluso a ser conocida, debido a la gran cantidad de monumentos que posee, como la 'Roma de América'.
Lima, Paracas e Ica, otro cuento La zona costera peruana definitivamente rompe los esquemas con su diversidad y encanto, Lima, la ciudad más importante del país, embruja a sus visitantes con su esplendor; Paracas e Ica, por su parte, tienen luz propia y sus exuberantes parajes enamoran a propios y extraños con enorme facilidad.
El paso por Lima deja la impresión en la retina de que, pese a su numerosa población (actualmente se estima que habitan cerca de ocho millones de habitantes, 30% de la población total del país) es una ciudad amigable, que invita a recorrerla y disfrutarla.
Para ello existen varias opciones, desde un cómodo viaje en automóvil, hasta un placentero recorrido a pie en el cual se puede apreciar con mayor tranquilidad cada detalle de su historia, pues es claro que Lima guarda en cada uno de sus rincones vestigios de la inconmensurable cultura de sus antepasados y, por su puesto, la pujanza y modernismo de las nuevas metrópoli latinoamericanas.
Entretanto, como lugares de fábula pueden considerarse Paracas e Ica, dos ciudades que pese a estar enclaustradas en el desértico departamento de Ica se destacan por su especial oferta turística.
Fuente: Gerencia de Viajes.
