Dichas estatuillas -cada una de 80 centímetros de altura- fueron halladas en las paredes laterales del pasadizo de ingreso, dentro de unas hornacinas hechas exclusivamente en la época para conservarlas.

 

Según los especialistas, las figuras representarían a custodios de la entrada y aún no han sido desenterradas por cuestiones climáticas para evitar su deterioro.

 

Asimismo, se encontró la parte inferior de un resto óseo humano -de la pelvis a los pies- cortado en dos y enterrado en la esquina noreste del templo, que correspondería a una ofrenda humana.

 

"Si realizamos una comparación étnica, en la actualidad los pobladores andinos esparcen sangre de cuy en las esquinas de las nuevas viviendas para que duren más.

 

Lo mismo sucedería en la época Chimú, donde las ofrendas eran humanas", comentó el director de la Unidad Ejecutora 110, Cristóbal Campana.

 

Fuente: El Profesional Online.